La lancha es una de las tres naves asociadas al Departamento de Oceanografía y la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas de la universidad, y en sus diez años de funcionamiento ha desarrollado un sinfín de campañas científicas, participó en el rescate de un náufrago y hasta logró transportar el esqueleto de un cetáceo para que lo utilizara una escuela a modo de museo en el sur del país. Hoy, cumple 10 años convertida, además, en actor relevante para la comunidad de Caleta Tortel, Región de Aysén, donde tiene su base de operaciones.
COPAS COASTAL
(Marzo, 2023) Desde hace diez años, una embarcación única en su tipo, navega por los canales de la Patagonia recabando datos científicos. Se trata de la Sur Austral, nave que arribó en 2014 a Caleta Tortel, Región de Aysén, a la altura del Golfo de Penas, donde tiene su base de operaciones.
La lancha es propiedad del centro Centro de Investigación Oceanográfica COPAS Coastal, y ha servido en numerosas campañas de investigación científicas, en que recorre los recónditos parajes de la zona gracias a que cuenta con un bajo calado. A diez años de su arribo, la nave se actualiza. Desde este año cuenta con un enlace satelital Starlink, que le permite transmitir data en tiempo real a investigadores en laboratorios en otros puntos del país.
Versatilidad, para hacer ciencia de frontera
Según la doctora Camila Fernández, directora del Centro de Investigación Oceanográfica COPAS Coastal, “el centro lleva más de 15 años estudiando esos fiordos, y yo diría que se han publicado en revistas de alto impacto, se han hecho descubrimientos importantes, entendemos mucho mejor cómo funcionan los glaciares y los fiordos en general, gracias a que tenemos una embarcación que nos permite llegar a tomar los datos”.
Para la directora de COPAS Coastal, la Sur Austral tiene cualidades únicas, que la han convertido en una plataforma ideal para hacer ciencia en los canales del extremo sur del país, un territorio difícil.
“Por su tamaño, y por la versatilidad que tiene, la Sur Austral nos permitió acceder al estudio de glaciares, un estudio que de otra forma no se podría haber hecho”, afirma.
“Hemos podido estudiar la fusión de los glaciares y cómo esas aguas, que son de deshielos, se mezclan con las aguas marinas. Hemos entendido un poquito mejor cómo han ido penetrando los microplásticos dentro de los hielos, gracias a que hemos podido muestrearlos”, agrega.
“Tiene mucha versatilidad náutica y capacidades de muestreo, como por ejemplo poder navegar en zonas extremas en invierno, lo que la hacen única”, finaliza.
Construida para un entorno desafiante
La historia de la Sur Austral, comienza en 2008, cuando partió el funcionamiento del centro COPAS Sur-Austral, que precede a COPAS Coastal.
El doctor Fabián Tapia, subdirector del centro, detalla que “ese año se me pidió que liderara la primera expedición del centro a esa zona. Y no me imaginaba los desafíos que luego tuvimos que enfrentar”.
“Normalmente, la investigación en oceanografía se hace cuando llegas a un muelle, en un vehículo, y descargas los equipos para subirlos a una embarcación. Solo que en Caleta Tortel, la geografía te pone límites desde el día uno. De partida, en la caleta no hay calles, y para cargar una lancha con equipos hay que navegar primero por el río Baker, el más caudaloso de Chile”, describe.
“Para hacer todo esto, teníamos que esperar la marea alta, coordinarnos con la gente de allá… todo era muy difícil”, agrega.
“En ese entonces, hacíamos todo el trabajo de investigación en un zodiac, que limitaba fuertemente las profundidades a que podíamos llegar con nuestras observaciones sin poner en riesgo a la tripulación. En ese entonces con suerte podíamos llegar a 30 o 50 metros, un fiordo tiene fácilmente 300, hasta 800 metros de profundidad”, dice.
“Es un área que requiere capacidades especiales de observación, de bajar instrumentos hasta grandes profundidades y de recuperar muestras, lo que requiere de barcos grandes; trabajando en botes chiquititos, simplemente estábamos rascando la superficie de una cuestión mucho más grande”, concluye.
Con estas dificultades en consideración, Tapia se planteó en 2011 la idea de postular a un proyecto Fondequip, para postular una lancha científica. Primero se pensó en una embarcación de fibra de vidrio con motor fuera de borda, pero “tomamos en cuenta el conocimiento local y decidimos optar por lo que funcionaba allá, que es la madera”, cuenta.
“Esto tiene mucha lógica, porque la alta turbidez del agua y el caudal del río Baker, junto a cuya desembocadura se ubica Tortel, hacen que sea muy probable golpear troncos durante la navegación. La madera tiene una resistencia mayor a estos eventos, y es más fácil de reparar localmente que una embarcación de fibra de vidrio”, explica.
La Sur Austral entonces, se construyó en madera. Y para ello, se acudió al armador, Lucien Busquier, francés radicado en Cauquenes, Región del Maule.
Terminado el casco, instalado el motor y los accesorios que permiten la operación de instrumentos científicos (como un winche hidráulico con 1000 m de cable de acero), la Sur Austral estaba lista para zarpar desde Talcahuano hacia Caleta Tortel. Un viaje de este largo, y un trayecto que incluye el cruce del temido Golfo de Penas, es inédito para una embarcación tan pequeña (10,5 metros de eslora).
Un capitán a la altura
El capitán a cargo del viaje inaugural de la Sur Austral, Rodrigo Mansilla, llegó a Concepción dos meses antes del zarpe.
“Cuando recién se tiró al agua, se botó sólo el casco y tuvimos que supervisar todo lo que es la instalación de equipos, instrumentos, antes de navegar”, recuerda Mansilla, que es capitán de la Sur Austral hasta hoy.
“Recuerdo que me subí y pensé… ¡en qué me estoy metiendo!, porque había navegado antes, claro, pero es otra cosa por tantos días, en una lancha de este tipo y más encima tener que cruzar el Golfo de Penas”, recuerda.
Desde el comienzo de este viaje, hasta ahora, la embarcación acumula cuatro mil horas de navegación. “Esto, según el marcador del motor”, señala Mansilla.
La mayor parte de este tiempo, corresponde a campañas de investigación científica.
“Hemos hecho vueltas que demoran de cinco a siete días. Hemos ido desde Tortel a Puerto Natales, o al glaciar Montt, cruzamos el Golfo de Penas. Hay pocos lugares donde no haya estado la Sur Austral”, afirma.
“Pero aparte de los trabajos científicos en la lancha, se han hecho un montón de otros trabajos, no sólo para el centro”, relata.
“Nos tocó ir a buscar un esqueleto de ballena sei, al otro lado del Golfo de Penas. Cuando veníamos cargados la lancha se parecía al barco de los Piratas del Caribe, así como estaba cargada de huesos”, cuenta el capitán.
“En otra ocasión nos tocó participar de un rescate. Una embarcación se quedó sin combustible, y la fuimos a buscar y la trajimos a remolque”, añade.
En 2018, la Sur Austral participó en una expedición al archipiélago Guayaneco, ubicado al sur del Golfo de Penas, en la entrada de los canales de la Patagonia. Allí, en 1741, encalló una nave inglesa, la Fragata Wager, navío del que aun hay restos en la zona, como cañones o trozos de su casco de madera.
Mansilla, que ha navegado antes en otro tipo de naves, asegura que “por la lancha tengo un cariño especial más allá de la lancha misma, porque participé en su construcción desde el principio”.
Aunque lleva diez años a cargo de la navegación de la Sur Austral, Mansilla espera con ansias el siguiente desafío.
“Esos son las gratificaciones personales de trabajar en esto”, concluye.