Expedición científica a bordo del buque oceanográfico alemán SONNE cumplió con objetivos propuestos

El 21 de febrero uno de los buques científicos más avanzados del mundo atracó en el puerto de San Vicente, octava región: se trata del RV SONNE, embarcación alemana que regresó de una expedición de treinta días por el sur de Chile. Retorno que trae buenas noticias, ya que, si bien no estuvo exenta de dificultades, ésta logró los objetivos propuestos. Uno de los principales fue estudiar las zonas de bajo oxígeno presentes en las costas de la Región del Biobío y fiordos patagónicos, específicamente el Golfo Almirante Montt, tarea que pudo llevarse a cabo gracias al importante trabajo y organización de un equipo chileno alemán de primera categoría en el que las científicas y científicos tuvieron la disponibilidad de herramientas propicias para su desarrollo, entre las que destaca la tecnología del mismo buque SONNE.

Con 118 metros de largo y 20,6 de ancho, éste destaca especialmente por las unidades de su sala de máquinas, montadas de tal manera que envían vibraciones mínimas al casco del barco. Así mismo, cuenta con siete grúas de alto rendimiento, un robot de buceo, 17 laboratorios y un sistema de posicionamiento preciso: el buque se mantiene exactamente en su sitio gracias a dos grandes hélices, un chorro de bomba giratorio y su propulsor de proa y popa. Por otra parte, el buque embarcó entre cuatro y cinco contenedores de 20 toneladas de capacidad cada uno con diverso equipamiento.

“Al ser uno de los buques más modernos, el trabajo se pudo realizar de muy buena manera, con todos los equipos, personal y espacios necesarios para llevarlo a cabo. Siempre hay dificultades a bordo, pero hubo buena disponibilidad para resolver las situaciones, y en este caso, el equipo de trabajo era muy eficiente y motivado, por lo que cualquier problema fue fácil de solucionar”, afirma Valentina Valdés, bióloga marina doctorada en oceanografía que se encuentra realizando su postdoctorado en COPAS Coastal, y quien participó como investigadora a bordo, trabajando en experimentos con trazadores isotópicos para determinar la asimilación de nitrógeno y carbono, a fin de estudiar la productividad en el área de Concepción y en el área del Golfo Almirante Montt, entre otras actividades.

La científica agregó que el equipo regresó con un prometedor set de muestras de las áreas trabajadas, de las cuales, en la primera realizaron 21 estaciones de muestreos, en la segunda 17 y en la tercera un total de 13. De esta forma, se lograron recopilar, por ejemplo, 96 submuestras de zooplancton y micronecton, entre muchas otras.

Respecto a la tripulación, es importante recordar que la expedición embarcó a aproximadamente cincuenta científicas y científicos de nacionalidad chilena y alemana, incluyendo investigadores/as de COPAS Coastal, el Instituto Milenio de Oceanografía, el Centro IDEAL, la Universidad Austral de Chile, la U. Federico Santa María y el Instituto Leibniz para la Investigación del Mar Báltico de Alemania, entre otras instituciones. Dentro de este equipo, la Dra. Heide Schulz Vogt, del Instituto Leibniz, ejerció como jefa científica internacional del crucero, mientras que el subdirector del Centro COPAS, Dr. Silvio Pantoja, se encargó de la coordinación nacional de la campaña.

Etapas y desarrollo

La expedición contó con tres etapas, de las cuales, la primera tuvo lugar en el sistema de surgencia estacional ubicado frente a la costa de Concepción, cubriendo 40 millas náuticas hacia mar abierto. Así lo comenta Cristóbal Castillo, biólogo marino y doctorante del Centro COPAS Coastal, quien estuvo a cargo de coordinar dos de las tres etapas de la expedición: “allí se midieron parámetros físicos y químicos de la columna de agua (temperatura, salinidad, oxígeno, nutrientes, entre otros) y se colectaron muestras de agua y sedimentos para distintos objetivos de investigación tanto nacional como del grupo alemán”. Igualmente, el científico menciona que encontraron un evento de surgencia intenso durante el muestreo, “existiendo una marcada disminución de temperatura y oxígeno subsuperficial”.

Por su parte, la segunda etapa -coordinada por el Dr. Diego Narváez- se llevó a cabo en el Golfo Almirante Montt, zona descrita previamente con condiciones anóxicas (sin oxígeno) y ubicada en la Región de Magallanes y la Antártica Chilena. El objetivo fue encontrar eventos de anoxia y comparar dicho ambiente con el sistema de surgencia estacional de la etapa uno a un nivel tanto químico como biológico.

“El Golfo Almirante Montt es importante geológicamente, ahí buscamos zonas anóxicas, pero no se encontraron. Ahora queda ver cuál podría ser la razón, si existen intrusiones de agua con oxígeno, por ejemplo, o la cuenca no es tan profunda como se pensaba”, comenta Diego Narváez, agregando que, si bien no encontraron anoxia en el golfo, los distintos procedimientos realizados permitieron identificar la existencia de zonas de emanación de gases en el fondo de éste como, por ejemplo, metano.

Respecto a las herramientas utilizadas, el científico cuenta que “se usó distinto instrumental oceanográfico, como sensores de temperatura y salinidad que se dejaron anclados durante la semana que estuvimos en la zona. En el punto de vista biológico tuvimos una roseta oceanográfica con un CTD que bajaba e iba sacando agua de distintas profundidades, la cual sirve para medir nutrientes. En el punto de vista geológico, además, se tenía un Gravity Corer. Es una máquina que toman las grúas, mide aproximadamente unos diez metros de largo, consiste en un tubo metálico que se suelta y se va enterrando en los sedimentos, obteniendo por lo menos uno o dos metros de los mismos”. 

Finalmente, la tercera etapa se dedicó principalmente a la exploración geológica, recogiendo testigos largos de sedimento en relación directa con el otro objetivo principal de la expedición: estudiar cómo fue el desarrollo postglacial de la región de los fiordos patagónicos. Para ello, se programaron estudios no sólo de sedimentos acumulados, sino que también de cambios hidrológicos y biológicos dentro de los fiordos debido al cambio climático, en una escala que abarca los últimos 200 años.

Los resultados

Respecto a los análisis correspondientes, Cristóbal Castillo comenta que durante el periodo a bordo se tomaron muestras que serán posteriormente analizadas en laboratorio, siguiendo métodos acordes a cada objetivo de la investigación. “En nuestro caso, en el laboratorio de geoquímica orgánica marina deberemos analizar la composición orgánica de filtros de material particulado de la columna de agua de las distintas zonas de estudio, además de caracterizar el tipo de materia orgánica por su origen (terrígeno o marino), la presencia de contaminantes orgánicos y emergentes, y relacionarlo con la diversidad y abundancia de microorganismos presentes”, detalla el científico, agregando que las muestras de sedimento recogidas durante la exploración geológica de los fiordos patagónicos serán procesadas en Alemania a lo largo de este año.

Relevancia

En cuanto a la importancia de la expedición como un todo, ésta permitirá comparar el impacto de las zonas de anoxia e hipoxia en los ciclos biogeoquímicos, redes tróficas y biodiversidad de dos ambientes contrastantes, como el sistema de surgencia frente a Concepción y el de fiordos patagónicos.

A ello, Cristóbal Castillo agrega que los resultados de la investigación permitirán entender “por ejemplo, la influencia del cambio postglacial sobre la atmósfera y cómo esto afecta la circulación oceánica, el aumento del nivel del mar, levantamientos tectónicos y dinámica de avance/retroceso de glaciares; comparando distintos sistemas de fiordos como lo son el Golfo Almirante Montt y el sistema de fiordos del Canal Concepción, Canal Wide y el Seno Eyre”. Por otra parte, las primeras dos etapas de trabajo permitirían entender cómo es la situación actual en las zonas de mínimo oxígeno y cómo podría ser a futuro, considerando que se espera que éstas aumenten debido a procesos físicos provocados por el cambio climático.

La expedición deja, pues, una puerta abierta al estudio minucioso de los datos recopilados, pero también una experiencia en terreno memorable. Ante lo cual, la investigadora Valentina Valdés comparte que: “Sin lugar a dudas, esta ha sido una de las mejores experiencias que he tenido a bordo, tanto por las instalaciones de trabajo como por las comodidades para las actividades del día a día, desde lo más básico que es dormir y lograr descansar luego de largas jornadas. Los trabajos en terreno siempre son intensos y se está disponible para trabajar 24/7, pero en general, para todas las personas que trabajamos en esta área es una de las partes más entretenidas y gratificantes del trabajo”, finaliza.

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