¿Estamos preparados para aprovechar las energías de los mares?

Dra. Maricarmen Guerra 

Investigadora asociada de la unidad MOTOR de COPAS Coastal

El sector energía representa alrededor del 60% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial, por lo que hace ya bastante tiempo que buscamos desarrollar e implementar nuevas fuentes de energías renovables que complementen e incluso reemplacen a las fuentes energéticas tradicionales como el carbón y el diésel. En relación con ello, las Naciones Unidas, además, ha definido como objetivo de desarrollo sustentable número 7 el garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna, y ha propuesto metas como aumentar la cooperación internacional en investigación y acceso a energías limpias y renovables, y modernizar la infraestructura energética sobre todo en países en desarrollo incluyendo estados insulares. Por nuestra parte, el estado de Chile ha establecido que el 40% de la matriz energética nacional provenga de energías renovables no convencionales (ERNC) al 2030 y recientemente se ha discutido aumentar esta meta al 60% (Ministerio de Energía, Chile, 2022). Los esfuerzos en ERNC en Chile se concentran principalmente en la implementación de parques solares, de energía eólica y biomasa, además de la hidroelectricidad de pasada.

¿Qué pasa con la energía disponible del océano?

El océano es una de las fuentes de energía más abundantes del planeta y actualmente es relativamente no explotada. El océano está en constante movimiento, ya sea por la acción del sol, el efecto del viento, por las fuerzas gravitacionales o por la rotación de la misma Tierra. Podemos entonces pensar que nuestro océano es como una enorme batería y que de alguna manera podemos generar electricidad aprovechando esta fuente energética prácticamente inagotable. Hoy en día existen varias formas de energía marina: la energía undimotriz o de las olas, la energía mareomotriz o de las mareas, y los gradientes térmico y salino. Los beneficios de este tipo de ERNC es que es abundante, predecible e inagotable, pero su costo es aún elevado y poco competitivo con otras ERNC como la eólica o la solar.

La idea de extraer energía de los mares no es algo nuevo, las primeras patentes de dispositivos para extraer energía de las olas datan de 1799 en Francia. Ya en 1974, Salter, en su artículo en la revista Science, proponía firmemente el aprovechamiento de la energía del oleaje y luego, en 1975, se instalaron los primeros dispositivos undimotrices en la costa de Noruega. Sin embargo, el desarrollo de las energías marinas se mantuvo más bien a nivel académico hasta los años 90 y no continuó creciendo como, por ejemplo, sí lo hizo la energía eólica.

¿Por qué? La razón principal es que extraer energía de los mares es una tarea difícil. El diseño de unidades generadoras de energía marina es complejo: se requiere lidiar con un recurso dinámico e intermitente que todavía no comprendemos completamente, se necesita que sobrevivan a condiciones climáticas adversas y a altos niveles de energía y turbulencia y que además su impacto ambiental sea mínimo. Por lo mismo, existe una variedad amplia de tipos de unidades generadoras y aún hay espacios para innovar y adecuar los dispositivos a las condiciones oceanográficas y a las necesidades de cada sitio.

A pesar de las dificultades, extraer energía del mar es posible. Ya existen tecnologías en etapas pre-comerciales y esfuerzos exitosos de extracción en el Reino Unido, en Estados Unidos, en Canadá y en China, entre otros (sin contar el recurso eólico offshore), sobre todo en zonas remotas y en beneficio de comunidades aisladas o no conectadas a un sistema nacional de distribución de electricidad. El desarrollo de las tecnologías y la implementación de estos proyectos de generación ha sido un proceso largo y costoso y por supuesto muchos han quedado en el camino, sin embargo, aspectos claves en su éxito ha sido el financiamiento a través de subsidios públicos y de privados, además de la implementación de instrumentos y políticas públicas específicas que permitan su instalación, operación y también fiscalización.

Nuestro país tiene gran potencial energético marino disponible y asequible, sobre todo en oleaje y mareas (del orden de los 160 GW y mucho más si consideramos también el viento offshore). A través de proyectos financiados por ANID y CORFO, en combinación con aportes privados, y el nacimiento del centro MERIC (ahora EnergíaMarina SPA) y otras iniciativas publico-privadas, se ha podido evaluar y caracterizar el potencial energético marino (undimotriz y mareomotriz) disponible en las costas de Chile; se han identificado lugares de la costa adecuados para su extracción, se ha formado capital humano avanzado, se han diseñado los primeros dispositivos undimotrices e incluso se ha instalado el primer convertidor de energía de las olas en la costa de Las Cruces (OpenSeaLab, de MERIC), Región de Valparaíso.

Hoy día podemos decir que conocemos bastante bien cuánto recurso energético marino tenemos disponible, y que tenemos las capacidades oceanográficas y de ingeniería para evaluar sitios de interés, instalar dispositivos extractores de energía marina y también para desarrollar nuestros propios dispositivos. En lo que debemos enfocarnos es en la implementación de este tipo de iniciativas, principalmente en disponer de los instrumentos y lineamientos necesarios para poder ofrecer nuestra costa como un laboratorio natural para la prueba y mejora de unidades generadoras de energía, ya sea nacionales o internacionales, permitiendo así la integración de este tipo de energía como complemento a otras ERNC principalmente en comunidades remotas e insulares.

 

 

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