Los ríos atmosféricos son corredores largos y estrechos de vapor de agua que se mueven por la atmósfera y transportan humedad desde los trópicos hacia los polos. En latitudes medias y altas, pueden traer lluvias y nevadas intensas, beneficiando la acumulación de agua y nieve, pero también causando inundaciones y derretimiento de hielo, dependiendo de la topografía y la región.
El término “Río Atmosférico” (RA) fue acuñado a principios de la década de 1990 y ha ganado gran relevancia en los últimos años, tanto en la comunidad científica como en los medios de comunicación. Su impacto es innegable, y su estudio es crucial para comprender mejor los cambios en el clima global.
Así lo demuestran dos recientes estudios publicados en prestigiosas revistas científicas con alto impacto, evidencian el impacto de los RA en fenómenos climáticos extremos y en las consecuencias de algunos desastres naturales. En ambas investigaciones participa como coautor Deniz Bozkurt, investigador del Centro COPAS Coastal de la Universidad de Concepción y académico del Departamento de Meteorología de la Universidad de Valparaíso.
El primer estudio, publicado en Nature Reviews Earth & Environment, analiza cómo los RA afectan a la Antártida, transportando calor y humedad desde latitudes más bajas que generan intensas nevadas, pero también contribuyen al derretimiento del hielo y a la inestabilidad de las plataformas de hielo. Con el cambio climático, estos eventos serán más frecuentes e intensos, con implicaciones en el aumento del nivel del mar a nivel global. La investigación destaca la necesidad de monitorear estos fenómenos para comprender mejor su impacto en la criósfera y en la regulación climática del planeta.
El segundo artículo, publicado en Nature Communications Earth & Environment, estudia cómo un RA amplificó los impactos del terremoto de Turquía-Siria en 2023. Un mes después del sismo, las fuertes lluvias desencadenadas por un RA saturaron laderas previamente debilitadas, generando deslizamientos e inundaciones que complicaron la recuperación y causaron más víctimas. La investigación subraya la importancia de considerar los efectos encadenados de los RA en la gestión del riesgo de desastres, un desafío crucial para países sísmicamente activos como Chile.
Estos estudios destacan tres implicaciones clave:
- Los RA deben considerarse en la gestión del riesgo tras un sismo, ya que pueden causar deslizamientos e inundaciones en zonas afectadas.
- La importancia de desarrollar modelos de riesgo que integren las interconexiones entre los diferentes eventos en lugar de analizarlos de forma aislada.
- El cambio climático está aumentando la frecuencia e intensidad de los RA, lo que incrementa el riesgo de estos eventos encadenados y sus consecuencias devastadoras.
“La comprensión de los RA es fundamental para anticipar sus efectos en distintos escenarios climáticos y geográficos. Estos estudios aportan evidencia clave para mejorar las estrategias de preparación, adaptación y mitigación frente al cambio climático y a los desastres naturales”, señaló Deniz Bozkurt.
Los RA son un recordatorio de cómo la atmósfera, el océano y la criósfera están interconectados. A medida que el cambio climático los hace más frecuentes y extremos, su impacto en el océano, la criósfera y los ecosistemas terrestres y marinos se intensifica. Comprender estos fenómenos es clave no solo para la comunidad científica, sino también para la formulación de políticas públicas eficaces en gestión del riesgo y cambio climático. Dado su impacto en la estabilidad de los ecosistemas oceánicos y de la criósfera, así como en la gestión de desastres en regiones vulnerables, los RA seguirán siendo un factor determinante en el futuro del clima global.

Ríos Atmosféricos en el ámbito local
Si bien los impactos terrestres de los RA han sido ampliamente estudiados, su influencia en el ambiente oceánico sigue siendo poco comprendida. El Centro COPAS viene trabajando en el impacto de los RA sobre el océano desde el principio de la etapa Coastal.
Esta semana fue aceptado un trabajo en la revista “Journal of Geophysical Reaearch” liderado por Yosvany García Santos, estudiante de nuestro centro junto con Diego Narváez, en este estudio se identificaron
dos tipos principales de RA en la región:
- RA inclinados (TARs): Vienen en diagonal (noroeste-sureste) y generan un hundimiento del agua cerca de la costa, lo que hace subir la temperatura superficial del mar y el nivel del agua.
- RAs zonales (ZARs): Se mueven de oeste a este y tienen menos efecto en el hundimiento del agua. Sin embargo, al norte del RA pueden favorecer el ascenso de agua fría desde las profundidades (afloramiento), lo que baja la temperatura superficial del mar.
El estudio encontró que en los últimos años hay más RA zonales y menos RA inclinados, lo que sugiere que podría haber más eventos de afloramiento en el futuro.
Por otro lado, actualmente estamos empezando un proyecto Fondecyt, liderado por la directora del COPAS, Camila Fernández, junto a la investigadora Valentina Valdés. El cual busca evaluar cómo los nutrientes y el microbioma asociado a la lluvia pueden influir en procesos clave como la fijación de carbono y los flujos de nitrógeno, con implicancias aún mayores ante eventos extremos como los RA. La investigación combina observaciones de campo, análisis en laboratorio para caracterizar las propiedades químicas y biológicas de la lluvia, y experimentos controlados en mesocosmos —pequeños ecosistemas cerrados— que permitirán simular de manera controlada las condiciones oceánicas y evaluar el efecto de la lluvia sobre la productividad primaria y los ciclos de nutrientes. Este estudio es crucial en el contexto del cambio climático y la dinámica de los ecosistemas marinos costeros, ya que fenómenos como los RA y las lluvias intensas están aumentando en frecuencia e intensidad, con impactos tanto locales como globales.