Por Natalia Quiero Sanz

El 2021, el Centro de Investigación Oceanográfica COPAS Coastal de la Universidad de Concepción empezó a contar una historia que durará, al menos, cinco años, conducida bajo el liderazgo de la doctora Camila Fernández como directora y el doctor Silvio Pantoja de subdirector de una entidad compuesta por profesionales, investigadores e investigadoras de diversas disciplinas y pertenecientes a distintas instituciones. 

Cinco años durante los cuales su diverso y potente equipo humano trabajará para seguir contribuyendo con el desarrollo de ciencia marina de excelencia en Chile como motor; cinco años cuyo motor para avanzar es la seguridad de tener multiplicidad de saberes de excelencia que se pueden y deben traspasar a toda la sociedad para Chile. 

Y MOTOR se llama la nueva área que se integra a la orgánica del COPAS para robustecer su estructura, apostar por nuevos objetivos y aumentar su quehacer, a través de la generación de proyectos de transferencia de conocimientos, tecnologías e innovaciones y contribuir con nuevas soluciones, a una mejor toma de decisiones, al diseño de políticas públicas y a los servicios en torno al océano chileno desde las evidencias y avances generados durante su historia. Con la misma meta, se buscará llenar vacíos en ingeniería oceánica y oceanografía operacional, campos poco desarrollados en Chile que se conciben como esenciales para generar y manejar un sistema de observación oceánica continua e integrada, que a su vez es fundamental para generar estudios más avanzados y modelos predictivos que son clave para gestionar los recursos marinos, anticipar o hacer alerta temprana de eventos riesgosos como las FAN y, sobre todo, mantener una relación sustentable con el océano en miras a alcanzar un desarrollo sostenible. 

Este es el mayor desafío que tiene hoy el mundo y la ONU ha definido 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, siendo el número 14 el de Vida Submarina, pero hay relacionados con cambio climático y muchas otras problemáticas, cada uno con varias metas específicas y todos interconectados y dependientes en su logro que debe ser el 2030 para asegurar la prosperidad de toda la humanidad y el planeta.

Nueva y madura fase

Es que la historia naciente del Coastal se puede contar porque el COPAS tiene dos décadas de historia; porque veinte años de trayectoria, de investigación y generación de conocimientos de frontera sobre nuestro océano son el background y soporte de lo que es la tercera generación del Centro de Excelencia. El COPAS inicia una nueva fase evolucionada, tras la culminación del COPAS Sur-Austral, que amplía sus horizontes geográficos, científicos y técnicos para abordar los retos que el cambio global supone a la sociedad y acompañarla, efectivamente, en su preparación y adaptación Es el enfoque claro de MOTOR para transferir saberes y es claro que lo pueden hacer con los saberes que poseen, porque quienes lideran e investigan en el Coastal tienen la certera convicción de que están en una etapa científica suficientemente madura para que la apuesta sea ganadora. 

“Cada vez estamos más conscientes de las oportunidades que tiene el conocimiento que hemos generado y de los desafíos que tenemos adelante. El conocimiento que hemos acumulado y la forma que tenemos de entender el océano, en zonas remotas y costeras en general, es mucho mejor de lo que habíamos tenido (en fases previas), y estamos en un minuto en que podemos hacernos preguntas de gran complejidad y llamar a los aliados que necesitamos para poder resolverlas”, resalta Camila, oceanógrafa especialista en biogeoquímica marina.

“Los problemas complejos no tienen soluciones simples. Entonces, hay que prepararse para entregar soluciones complejas. Ahora tenemos una mayor madurez científica, conocemos más del ambiente, de manera más integrada, y estamos entendiendo la complejidad para hacer más transferencia que la que podíamos hacer antes y que se hará con el programa MOTOR. Hoy tenemos la madurez científica suficiente para hacer contribuciones que tengan sentido”, manifiesta por su parte Silvio, especialista en geoquímica orgánica marina. 

Fue la necesidad de estar a la altura de los desafíos que tiene el océano hoy de cara al mañana lo que llevó a preguntarse qué tan maduros estaban como institución científica y en qué áreas, en un momento crítico: la elaboración, durante 2021, de la propuesta de renovación del Centro en que trabajaba un equipo de profesionales del COPAS, incluyendo sus actuales líderes. Las respuestas llegaron, recuerdan, los aprendizajes consolidados y las fuertes capacidades desarrolladas tras 20 años de trabajo se evidenciaron junto con las posibilidades y necesidades de dar un salto cuántico desde la organización de la mano de la madurez científica alcanzada para encauzar de manera especializada y efectiva la transferencia de ese conocimiento de alto impacto generado y acumulado. Así nació MOTOR. 

Dos décadas de aprendizajes

Generación de vínculos y sólidas redes de colaboración científica a nivel interno y externo en Chile y el extranjero, investigación interdisciplinaria, avance en desarrollo tecnológico y de innovación en oceanografía para crear las soluciones que se necesitan, una excelente reputación y respeto como grupo son las cualidades de madurez científica que reconocieron al proyectarse como Centro y dan potencial a MOTOR.

Pero, sin dudas, Camila y Silvio manifiestan con plena seguridad que lo más relevante es “la creación de una base científica fuerte”, que claramente tiene que ver con los 20 años de investigación y con la madurez científica. Es ello, afirman, lo que les permite ser más visionarios en sus aproximaciones y abordar problemas o plantearse retos cada vez más complejos junto con transferir de manera efectiva conocimiento que realmente está al servicio de las mejores decisiones y progreso.

Es que no hay espacio para falsa modestia y sí para hablar con toda propiedad del crecimiento del COPAS, porque sus historias son inseparables. Camila y Silvio, así como cada persona que integra o ha integrado las filas del Centro, son protagonistas de una historia que con el aporte de sus investigaciones y experticias han ayudado a ir escribiendo y desarrollado hacia la madurez, sin negar que este estado no es el fin, que el desarrollo y evolución serán constantes, en tanto surjan nuevos trabajos y se generen nuevos saberes y soluciones.

Silvio se unió desde los tiempos iniciales del COPAS como investigador, poco después de llegar a trabajar como académico al Departamento de Oceanografía de la UdeC tras terminar su postdoctorado en Estados Unidos, pasando por distintas categorías como afiliaciones hasta que en 2013 se convirtió en el director de la fase Sur-Austral. Camila llegó como postdoctorante al Centro hace más de una década, alejándose por un tiempo tras terminar dicho proceso para luego regresar para quedarse y convertirse en la directora del Coastal. 

Es difícil elegir qué se puede destacar de 20 años de exitoso y distinguido trabajo, donde han aportado decenas de personas con cientos de proyectos e investigaciones con resultados de frontera e impacto. 

Pero, Silvio cree que “uno de los aprendizajes relevantes tiene que ver con la investigación y la aproximación oceanográfica holística de los problemas”. 

Se refiere a integración de dimensiones, disciplinas y conocimientos. Es decir, estudiar las diversas aristas que influyen en un tema o fenómeno y son muy disciplinarios como microbiología, química, física o geología y hacer converger los conocimientos de las distintas áreas en una comprensión que será mucho más amplia e integral. Porque finalmente, los efectos de estas distintas dimensiones terminan por influenciarse entre sí, lo que a larga es crucial para proponer o desarrollar mejores y más efectivas soluciones.

Ello también influye en comprender cada vez con mayor certeza que el manejo adecuado del océano debe ser integrado, especialmente en lo que se refiere a pesca y acuicultura, otro aspecto que releva el subdirector. El océano es un enorme ecosistema global integrado por miles de diversos ecosistemas locales y donde no hay fronteras, por lo que lo que pasa en cada ecosistema, a las distintas especies con sus poblaciones y también a nivel oceanográfico en sus aguas y corrientes, puede terminar afectando a otros como un efecto mariposa o dominó. Lo ejemplifica en que las ballenas cumplen rol ecológico vital en el océano y para ellas es vital el krill como alimento, por lo que si se quieren proteger a estos cetáceos es relevante proteger su alimento y las zonas donde se produce. “Lo mismo pasa con jureles, con sardinas, con toda especie”, precisa- Y eso aplica tanto en hacer una gestión que favorezca el desarrollo de actividades relevantes para sustentar economías y dietas como también la sustentabilidad del océano. Obviamente, sin ciencia y evidencia esto no se sabría, por lo que la investigación de punta es esencial para solucionar estos complejos problemas y para que efectivamente se logre a nivel de gestión pública es vital que exista la transferencia, asevera. 

Entre una serie de fenómenos y problemas, sobre todo en los últimos años fue aumentando el protagonismo del estudio sobre la presencia e impacto de contaminantes emergentes, como plásticos, antibióticos y pesticidas, estos últimos se usan en acuicultura, además en salud humana y agricultura, respectivamente. Han sido muchos trabajos desarrollados en este campo, pero Silvio menciona resultados preocupantes como la presencia de acotadas e intensas concentraciones de antibióticos que podrían conducir a resistencias y que potencialmente podría darse en especies que lleguen a nuestra mesa, con efectos aún inexplorados en salud humana. “También hemos aprendido que los microplásticos están dentro de la circulación del océano”, afirma, llegando a todos los lugares, incluso a los considerados prístinos: no hay lugar que se investigue y no se encuentre.

Los contaminantes emergentes son un área a la que Camila puso el foco de su investigación en los últimos años, en el contexto de una línea motivada por su interés en ahondar en los impactos del humano en el océano y que partió indagando en los gases de efecto invernadero (hallando nuevas vías de incorporación de nitrógeno al océano que aún no se contabilizan, cuenta), donde un gran aprendizaje para ella, para el COPAS y para transmitir a la sociedad es que “el océano es un sistema que está en transición entre una etapa de menor perturbación industrial a una muy perturbada”.

Y desde su perspectiva “lo más interesante ha sido darnos cuenta del tremendo potencial que tiene todo el engranaje biológico del océano, porque hemos visto que las comunidades marinas tienen una plasticidad que no habíamos valorizado y, en su conjunto, la comunidad de microorganismos marinos es capaz de tomar una situación que para nosotros conceptualmente es muy mala y profitar de ello”. Por ejemplo, echar contaminantes en el agua desde nuestra concepción es algo dañino y potencialmente letal para todo ser vivo, pero en el océano esto no es verdad absoluta: “para todo lo que entra en el océano hay un usuario”, asegura. “En general, la respuesta del océano es contraintuitiva y siempre nos sorprendemos de lo que puede hacer. Para mí es lo más importante, porque junto con esa sorpresa viene la realización de que el océano nos ayuda más de lo que nos damos cuenta y lo valorizamos muy poco. Se hace cargo de contaminantes químicos, biológicos, aumento de temperatura, derretimiento de glaciares o sequía; un montón de factores que influyen en el océano costero y sorprendentemente hay comunidades que no sólo logran sobrevivir, sino profitar de ello”.

Eso sí, enfatiza que la sorprendente plasticidad no significa que el océano esté en perfecto estado y podamos utilizarlo e impactarlo sin límites ni consecuencias. Al contrario, advierte que está amenazado y vulnerable por nuestra actividad que ha sido desmedida por muchas décadas, bajo el paradigma de que los mares eran fuente inagotable de recursos y un gran basurero. En efecto, lo que hacemos y puede favorecer a unos organismos dañará a otros y, por el efecto mariposa, las repercusiones pueden ser variadas en manifestación, intensidad o alcance, pudiendo escalar en la trama trófica desde el más pequeño microorganismo al mayor depredador por las relaciones interconectadas entre distintos organismos y ecosistemas. Efecto mariposa que puede ser gatillado por sobreexplotación de recursos, contaminación (basura, orgánica, plástica o sensorial como lumínica y ruido), calentamiento global y cambio climático antropogénico, que en su conjunto configuran el fenómeno de cambio global. 

La evolución

A la adaptación al cambio global buscará el Coastal apoyar a la sociedad chilena, con conocimiento y soluciones, porque Chile es uno de los 10 países más vulnerables a los impactos del cambio climático y las manifestaciones del fenómeno modificarán condiciones naturales en mar y tierra que pueden terminar por afectar el bienestar humano por haber eventos climáticos extremos más intensos o frecuentes o mermar la disponibilidad de recursos. Esto, indiscutiblemente para todos e impensadamente para muchos, tiene que ver con el vital rol del océano, que se está vulnerando con el cambio global y poniendo en riesgo sus funciones como proveer mitad del oxígeno del planeta, regular clima y dar recursos que son alimento, sustento económico o energía.

La madurez científica que permite hacerse cargo del reto tiene va de la mano con la evolución del COPAS, nacido en 2002 mirando al Pacífico Sur Oriental como un Fondap que se extendió hasta 2012. En 2008, parte del Centro, con financiamiento Basal para crear centros de excelencia (mismo fondo actual), se convirtió en el COPAS Sur-Austral, dedicado a estudiar el mar patagónico y una estación oceanográfica en Caleta Tortel. Esta etapa está en proceso de cierre en 2022, mientras inicia el trabajo de una nueva generación que amplía su mirada a todo el océano costero chileno, esa costa de más de 6 mil kilómetros en línea recta que recorre Chile de norte a sur donde y de la que viven cientos de comunidades y miles de familias en decenas de comunas. 

Sobre la evolución más allá de los focos de estudio, Silvio relata que el primer COPAS hizo puramente investigación. En la segunda generación se planteó el desafío de transferir saberes e investigar, pero como área acotada y no especializada a cargo del propio equipo científico del Centro; muy distinto de MOTOR que, por sus implicancias, tendrá su propio capítulo especial. 

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