
Por Natalia Quiero Sanz
MOdelación, Tecnología, Outreach y tRansferencia es MOTOR. Acrónimo que toma un concepto que significa movimiento y avance sin que sea azaroso, porque define lo que desde COPAS quieren impulsar con la nueva unidad que se integra a la orgánica del centro que inicia en 2022 el trabajo como Coastal. Es su tercera generación, respaldada por la madurez científica de 20 años de investigación de alto nivel en ciencias oceánicas, desarrollo e historia para impactar en la adaptación al cambio global y progreso de Chile.
MOTOR se creó para generar nuevas capacidades, concentrar esfuerzos y potenciar la transferencia de saberes desarrollados como parte de investigaciones del COPAS hacia la sociedad chilena para contribuir a la toma de decisiones, diseño de políticas públicas y servicios en torno al océano, como también llenar vacíos en ingeniería oceánica y oceanografía operacional. Además, se buscará relevar e instalar el concepto de “maritorio” en el imaginario de la sociedad chilena: es tres veces el tamaño del territorio de Chile.
Para ello, la unidad se estructura en base a cuatro ejes: “Modelación”, coordinado por Sergio Neira y Gonzalo Saldías; “Tecnológico” que coordina Diego Narváez; “Educación y Divulgación”, a cargo de Paúl Gómez; y “Servicio Público y Recursos Naturales”, encabezado por Ricardo Norambuena. Estos dependen de la Dirección del COPAS Coastal que lidera la oceanógrafa Camila Fernández y una Dirección Ejecutiva a cargo de Sandra Espinoza, ingeniera especialista en innovación tecnológica, transferencia, comercialización de tecnología y propiedad intelectual. Codo a codo, por los próximos años los científicos trabajarán junto a especialistas en gestión de proyectos y tecnológica para avanzar en una muy crucial nueva apuesta.

Transferencia fundamental, conocimiento imprescindible
Es que Sandra, con vasta trayectoria tanto en sector público como privado y academia, sostiene que “la transferencia es fundamental para el desarrollo”, por lo que avanzar en este ámbito en Chile, país en vías de desarrollo, “es una necesidad urgente e imperante”, asegura con la convicción cultivada en sus dos décadas de carrera y la vocación que la impulsó a asumir el reto de liderar la nueva área. “Lo que más me gusta es apoyar proyectos para desarrollo e innovación. Y eso nos permite crecer y tener más oportunidades para convertirnos en un país desarrollado. Y era muy interesante poder sumarme al equipo, porque la perspectiva que veo hacia el futuro es que la mirada está en el océano”, manifiesta.
Por eso pudo reconocer, cada día con más fuerza, el especial rol de la I+d+i en oceanografía en el horizonte de ser un país desarrollado. Y la domina el entusiasmo y esperanzas por lo nuevo de su cargo y el área: lo oceanográfico es un campo con que no se había involucrado dentro de la multiplicidad de proyectos relacionados con ciencia y áreas estratégicas como biotecnología, forestal y pesquería de los que ha participado.
“Es imprescindible aplicar el conocimiento científico a la toma de decisiones para disminuir la incertidumbre y vulnerabilidad de nuestros sistemas socio-ecológico productivos, procurando el bienestar de nuestras comunidades costeras, dependientes del sistema oceánico”, añade bajo el mismo paradigma y con profundo conocimiento de causa Cristian Vásquez, profesional de vinculación y transferencia en MOTOR con más de 20 años ligado al trabajo multidisciplinario para desarrollar iniciativas de I+D+i y transferencia en pesca artesanal y acuicultura a pequeña escala en Chile.
En ese contexto, Sandra adelanta que “MOTOR espera constituirse en un agente que aporte en el desarrollo de iniciativas que propendan a la transferencia de conocimiento, tecnología y competencias, mirando al océano como parte del identitario nacional, ecosistema natural y reserva de recursos que, mediante gestión sostenible, es fundamental para el desarrollo del país”. “Nos interesa conocer y aportar a la solución de las brechas de I+D+i con ciencia y tecnología para una buena toma de decisiones en temas relevantes para la región y el país. Y buscamos aportar en instancias de gobernanza para la gestión y/o toma de decisiones en materia de pesca, operación marítima y medio ambiente”, resalta Cristian.


De vinculación y otros desafíos
Se sabe que hay varias brechas en conocimiento e I+D+i vinculados al espacio marino-costero, pero también en COPAS hay mucho potencial desarrollado y por desarrollar gracias a su madurez científica, por lo que no está en el nivel de capacidades científicas y técnicas, sino en el factor humano lo más desafiante para avanzar, porque las personas deben considerar, integrar e impulsar el conocimiento y cambios.
Porque Cristian asegura que para realizar efectivamente la transferencia esencial es la vinculación entre ciencia e institucionalidad pública o privada, sistemas productivos y gobernanza, a través de las personas implicadas, pero también ahí las carencias, porque afirma que “existe mucha información científica levantada, sistematizada, analizada y publicada que no se utiliza por falta de vinculación entre actores”. “En este marco, MOTOR se transforma en un puente entre ciencia y actores regionales y nacionales para conectar las brechas de información con el conocimiento existente o por generar”, destaca.
Y que lo desafiante de la efectiva transferencia esté en la vinculación entre actores implicados en los distintos mundos es, justamente, porque pertenecer a distintos mundos trae dificultades que Sandra conoce bien y generan distancias que, incluso, a veces hacen parecer incompatibles las dinámicas e intereses de un mundo y otro.
“Una de las principales distancias es de timing”, afirma. Por un lado, aclara que “empresas y organizaciones tienen un ritmo cada vez más acelerado y necesitan respuestas inmediatas para solucionar problemas”. Por otro que “la ciencia tiene su propia dinámica, el ritmo de la investigación es de largo aliento y, muchas veces, no conecta con el de la empresa”. En ello también reconoce, como testigo directo, que la labor científica implica gran dedicación de tiempo y esfuerzo no sólo al trabajo de indagación en terreno o la investigación en laboratorio, sino también muchos aspectos logísticos que, además, gran parte de investigadores deben realizar en jornadas en que deben compatibilizar su rol académico.
Añade que “la mirada de la empresa está orientada al mercado y la de la ciencia hacia un objetivo distinto”, por lo que lo que motiva a los proyectos y profesionales no siempre es concordante.
“También hay brechas de lenguaje”, asevera, sobre todo relacionado con que la ciencia habla generalmente de forma específica y técnica, sobre todo en oceanografía, muy lejos de ser un idioma común, sencillo, digerible y comprensible por quienes no están involucrados en la disciplina
“En lenguaje, ritmo y vocación hay distancias o frecuencias que no son fáciles de compatibilizar”, asegura, pero también que no son imposibles de conectar y aliar. Al contrario. Y en hallar los puntos comunes para hacer la conexión está su gran reto y del equipo especializado de MOTOR, en miras a “encauzar el potencial del COPAS para que la sociedad pueda usufructuar de ello”, plantea.


El proceso de la transferencia ayer y hoy
Y lo que llevó a crear a MOTOR fue requerir tener capital orientado de forma específica y especializada en la transferencia, marcando una necesaria diferencia del Coastal con fases previas de COPAS, por los motivos expuestos y que conoce en primera persona Ricardo Norambuena, quien hace años decidió combinar su trabajo de investigador e impulsor de transferencia en COPAS.
Transferir conocimiento no es nuevo para el centro. “En lo nacional trabajamos mucho con la Subsecretaria de Pesca y Acuicultura, en lo internacional se han hecho trabajos con la FAO y ONGs como WWF”, precisa sobre algunas entidades con las que él y COPAS han colaborado. Se suman vínculos con la sociedad civil como comunidades costeras-pesqueras o escolares en alfabetización o cultura oceánica, desde aspectos básicos de su naturaleza a específicos o avanzados como legislación pesquera.
Aportar en transferencia lo asumió por inquietud personal y la experticia la fue puliendo cuanto más se involucró, porque no tenía formación en ello, como gran parte de quienes se dedican a la investigación. Por lo que si transferir conocimiento es complejo por naturaleza y la labor científica muy agotadora, más sin capacitación y peor si se carece de recursos para avanzar, especialmente técnicos y humanos que considera fundamental para delimitar el alcance de la transferencia. Y esa gran limitación dominaba antes de MOTOR, cuando Ricardo era el principal implicado, rememorando que “en el periodo que estuve solo la actividad era bastante limitada”. Luego se sumó otro colega que permitió amplificar los esfuerzos e impacto.
Así, el primigenio avance de MOTOR es la llegada de profesionales especializados con dedicación exclusiva a la gestión y transferencia y la conformación de un equipo más robusto, sobre lo que también releva que hace al área “más diversa y con más responsabilidad, porque hay más gente involucrada y pensando en el tema, y eso es importante”.
Y es importante especializar y encauzar el proceso de transferencia por la demanda que se añade a una carga que ya es muy pesada en quienes investigan y no todos tienen interés en transferir. Eso es humano, eso está bien, por eso también hay distintas formaciones y experticias.
Primero, recalca que muchas personas que investigan tienen el pensamiento exclusivo sobre su investigación y el logro de sus objetivos, no en transferir resultados. Tampoco se puede o debe transferir cualquier dato, ni mucho menos generar propuestas que comprometan saberes que no se tiene certeza alcanzar, por lo que debe generarse un análisis riguroso, que puede tomar tiempo, para “tener bastante seguridad de lo que se va a comprometer, en transferencia de conocimiento, por los respaldos que hay”. Y tal vez lo más difícil y demandante es hallar el idioma común con el público a quien se quiere transferir para que entienda lo que significa un conocimiento científico, técnico o legal e impacte para ser considerado y no aleje por no comprenderse. “Transferir el lenguaje científico y legal a uno entendible ha sido un permanente desafío de nosotros como equipo, porque demora harto buscar el lenguaje y que no pierda rigurosidad”, asegura Ricardo.
Zanjado todo ello, con todo el trabajo y dedicación que requiere el proceso de transferencia, está la componente emocional y real éxito de los resultados finales que pueden ser de dulce y agraz.
De agraz porque afirma que “no siempre es uno a uno el resultado de la transferencia, lo que se recomienda y la autoridad adopta (…) tenemos contados con los dedos de las manos las veces que nos han considerado; ocurre poco, porque hay muchas variables que influyen en la decisión de la autoridad cuando reciben investigaciones”. Dulce porque esas veces que se considera es muy significativo, no por ego, sino porque se sabe que la transferencia satisface una necesidad, ya sea en solución de un problema o tomar una decisión que, al final, beneficia y contribuye al bienestar de una comunidad en particular o toda la sociedad.
Por eso, manifiesta que “desearíamos que las decisiones sean cada vez más basadas en la ciencia” y la esperanza del salto cuántico en ello está en el impacto de MOTOR en el próximo quinquenio para responder demandas relacionadas con el océano de Chile de cara a avanzar hacia el desarrollo sostenible.

