
Por Natalia Quiero Sanz
¿Cuál es el sentido de investigar, de obtener información que amplía el entendimiento de fenómenos o provee soluciones a problemas, si no sale de la comunidad científica? No tiene sentido. De nada sirve acumular evidencias en documentos o discutirlas entre especialistas si no se transfiere a la sociedad, a toda la sociedad: toda persona tiene derecho al saber y a saber.
Y por eso en COPAS apostaron por un quehacer que da protagonismo a la vinculación con el medio y comunicar la investigación sobre el océano que realizan hace dos décadas.
Socializar es la forma de que ciencia y conocimiento realmente se valoren, comprendan y utilicen; socializar permite que esos esfuerzos de apasionadas personas científicas, que muchas veces hacen en zonas y/o condiciones extremas, tengan sentido e impacto real.


El desafío de impactar
“Mi eslogan es que uno cuida lo que quiere y quiere lo que conoce. Entonces, el esfuerzo más importante que tenemos que hacer para conservar la biodiversidad y la cultura es conocer. Por ende, hay que transmitir la información científica a las personas para que sepan más sobre lo que les rodea y como base para la conservación”, manifiesta Mitzi Acevedo, encargada de vinculación con comunidades, ecoturismo y conservación de ecosistemas marinos en COPAS Coastal.
Por ello “uno de los mayores retos de la ciencia es llegar a impactar en las políticas públicas y a la sociedad”, sostiene Paul Gómez, coordinador de divulgación y educación científica de COPAS Coastal, “y es fundamental sentir que la ciencia que se realiza, como individuo o centro, tiene impacto. Algo que no sucede si queda atrapada en un paper o en la burbuja académica”.
Palabras que expresan con convicción, no es el discurso que deben entregar por el cargo que ocupan, sino que con sus distintas trayectorias están entre quienes construyen la historia de la socialización del conocimiento en COPAS de la mano de una acción que tanto les desafía como apasiona desde muy temprano en sus carreras. Porque saben que es esencial. Es hasta vital.
Y es que comunicar democratiza el acceso al conocimiento y vincularse con la sociedad es lo crucial para que las personas entiendan, valoren y consideren el trabajo científico con sus resultados en sus opiniones, decisiones y acciones que pueden ser críticas, como tener consciencia ambiental y aportar al cuidado de la naturaleza y del patrimonio marino-costero.
Aún más relevante en un escenario de crisis ambientales globales y un Chile con más de 6 mil kilómetros de costa en línea recta de norte a sur y que al recorrer cada recoveco de su diversa geografía aumentan en miles los kilómetros hasta llegar a un equivalente que da varias veces la vuelta al planeta, con un maritorio que es más de cuatro veces el territorio.


Chile es más Mar que Tierra
Ahí el mayor esfuerzo, reto e ideal del quehacer del COPAS, de sus equipos que trabajan en la socialización de su investigación a través de diversas áreas e iniciativas, es “instalar el paradigma que ‘Chile es Más Mar que Tierra’. Y su ciencia, su cotidianeidad y su visión política debería tener esa idea en mente siempre”, destaca Paul. Por ello, también buscan contribuir a que exista real y completa inclusión del tema oceánico en el currículo escolar formal.
Así que socializar la ciencia y conocimiento del océano y naturaleza es crucial, pero reconocen que no es simple. La receta del éxito incluye capacidades y vocación; mucha vocación. Es fundamental prepararse para llevar a cabo la comunicación y socialización. Y sobre todo creer genuinamente en ese rol social que cumplen. Dosis de creatividad y tolerancia a la frustración son infaltables.
Según explican, la gran labor y reto que tienen es plantear en un lenguaje común e interesante a esa información que suele ser técnica, compleja o densa para comprender desde un documento científico para quien está fuera del área. Luego, hay que pensar qué formato es el mejor para transmitir un determinado contenido o mensaje y variarlo para cada público.
Pero siempre “la idea es llevar la información a una experiencia que la gente viva y aprenda, y que en ese aprendizaje se logren cambios”, afirma Mitzi. Cambios personales que se vuelven colectivos y pueden encaminarse como transformaciones socioculturales.
Charlas, juegos, aplicaciones digitales, libros, museos, centros interactivos y productos ecoturísticos son vías para materializar esa convicción y propósito. Y en todos esos recursos e instancias han ido creando experiencia en COPAS desde siempre junto con Paul y en años más recientes con Mitzi, acompañados de su equipo.


De la convicción a la acción
Y es que contar la historia de la divulgación científica en el centro es contar la de Paul.
Nacido en Ecuador y con su formación de pregrado hecha en Colombia, llegó a Chile a estudiar el Doctorado en Oceanografía en la UdeC. En dicho proceso llegó y se interesó por divulgar, coincidiendo con su integración al centro hace una década, en la fase Sur-Austral. Curiosidad, ganas de siempre saber más y trascender de las labores tradicionales lo desafían y motivan a seguir este camino.
“Todo calzó maravillosamente para trabajar en lo que estoy trabajando”, recuerda, “el COPAS acababa de recibir la evaluación por sus 5 primeros años de funcionamiento y yo venía con la idea de desarrollar un proyecto de divulgación de un mapa interactivo oceanográfico. En la evaluación felicitaban al centro por su ciencia de excelencia y su único punto bajo es que no estaban haciendo suficiente divulgación. El timing fue perfecto: decidieron apoyar mi postulación a los proyectos Explora”.
Una postulación exitosa. Entonces, nació ChileMIO (MIO son las siglas de «Mapa Interactivo Oceanográfico»). No es casualidad que este innovador proyecto con realidad aumentada, realidad virtual, itinerancia por el país, sea uno de los proyectos divulgativos más exitosos e icónicos del centro, sobre el que releva que, además de ser la punta de lanza para encaminar esta trayectoria, “nos ha permitido llegar a muchos rincones alejados de Chile con muchos conceptos marinos y oceanográficos mediante la tecnología”.
Tan exitoso e icónico como el trabajo en Caleta Tortel. Ese pequeño poblado del Chile austral donde en 2009 se estableció la Estación Oceanográfica que ha sido centro de operaciones científicas del COPAS y donde se cristaliza el más puro espíritu de la vinculación por la que se esfuerzan.
Ello generó que, hace unos años, Mitzi fuera convocada para ejecutar una misión clave para el devenir del centro y la localidad. De cara al término del financiamiento para la etapa Sur-Austral (2021), el interés era proyectar una iniciativa que consolidara el trabajo realizado, evitara perder los conocimientos generados y contribuyera el desarrollo sostenible en la querida Caleta Tortel.
Así que un primer gran desafío era diagnosticar cuál era el arraigo del quehacer del centro para los tortelinos como de ellos con su lugar de habitar para idear propuestas y para ello debía desplegar su experticia en ciencias del mar y ecoturismo. Indisolubles para ella que se formó en Biología Marina en la UdeC y se dedicó a investigar en la vida intermareal al inicio de su carrera, cuya realidad la determinó para ser quien es hoy. “Al investigar se ven claras diferencias entre zonas con turismo y no en cuanto a presencia de vida y del ecosistema en su máxima expresión”, manifiesta, y convencida de que “el turismo es maravilloso, inevitable y absolutamente necesario”, optó por formarse en Costa Rica en el ecoturismo que define como “una forma de turismo ecológico y más sustentable que puede ser más armónico con la naturaleza”.
Eso ha buscado promover con base en el conocimiento desde entonces y su tarea en COPAS no fue la excepción, pues Mitzi reconoce que “este trabajo me dejó enganchada con COPAS y a fines de 2021 nos adjudicamos un proyecto súper lindo”.
Es “Pasareleando entre ciencia y cultura”, adjudicado en el concurso de Ciencia Pública del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación. Una propuesta de centro de interpretación ambiental que aprovecha una debilidad: la de un patente bajo nivel de conocimiento sobre aspectos bioecológicos de Caleta Tortel que identificó en tortelinos que entrevistó, igual que la notoria demanda de turistas que quedaban maravillados y con sed de inexistente información pública de las especies y ecosistemas presentes (como carteles).
Para Mitzi los resultados eran “entre grave y una oportunidad tremenda para transferir el quehacer y conocimiento”.
Así, surgió la idea de este centro que el fondo estatal ha permitido materializar y que se pensó como un espacio público que es parte del ambiente e idiosincrasia local, porque se emplaza dentro de una pasarela abandonada que ella encontró durante un recorrido que hacía en los tiempos de su primera misión con COPAS e incluye distintas estaciones temáticas sobre Caleta Tortel, en lo que se espera que favorezca su cultura y turismo verde desde la ciencia y el conocimiento.
“Con este espacio la experiencia se hace más trascendente e inolvidable, porque es un lugar en el que aprendes. Sales de esta pasarela y sigues paseando por Tortel, pero con otra mirada” manifiesta. La apuesta del proyecto, a partir de los mensajes transformadores que busca transmitir, es que la nueva mirada reconozca que se está en un lugar único en lo natural y cultural que se debe cuidar, y eso es posible porque se conoce y valora.
Impacto transformador que se espera del desarrollo del ecoturismo y de las acciones diversas que socializan la ciencia y el conocimiento para que tengan sentido y utilidad.


La gratificación
Y la trascendencia, ese impacto transformador realmente se puede notar al final de las actividades, lo que hace tan gratificante e importante a la labor de comunicar la ciencia.
“La sensación que percibes en la gente con la que interactúas en actividades de educación o divulgación es increíble. En niños y niñas sus ojos se iluminan y por inquietos que sean se tranquilizan mientras escuchan atentamente. El público en general pregunta mucho, a diferencia de lo que pasa en actividades con gente de ciencia donde no suelen hacerse muchas preguntas”, manifiesta Paul.
También cuenta que son instancias en que suele hacerse patente el desconocimiento que hay en la población sobre el funcionamiento del mar y oír recurrentemente de quienes le temen: “pero eso con las actividades se transforma en fascinación y me encanta”, asegura.
Y esa fascinación, la que se genera al aprender cosas nuevas y conocer, es el que puede ser el motor que impulse al cambio, a esa transformación en la consciencia que se lleve a la acción y que permita proteger y conservar al océano, a la naturaleza, al planeta.