Por Natalia Quiero Sanz

Una propuesta científica tan osada que intentar lograr sus objetivos es al mismo tiempo arriesgado como superarlos es trascendente. Es como si se tratara de la final de un campeonato de fútbol entre lo posible e imposible que se ganó con un gol lanzado desde media cancha a un portero considerado imbatible.

Por eso “fue un acto de fe que nos resultó muy bien” afirma la doctora Camila Fernández, directora del COPAS Coastal, sobre la apuesta de abrir el concurso “HIT: Hot Integrative Topics”, diseñado para entregar fondos propios a investigadores para desarrollar proyectos de investigación.

Valentina en Caleta Chome
Luis en su oficina en Valdivia

Ciencia joven y atrevida

No cualquiera dentro del plantel de investigadores, ni tampoco cualquier proyecto. Porque “HIT” ha sido una convocatoria interna creada al poco andar del COPAS Coastal y orientada a personas jóvenes con iniciativas pioneras que superen los límites de lo conocido.

En este sentido, Camila primero resalta que “somos un centro de excelencia que tenemos que hacer ciencia de avanzada, de frontera, y con estos proyectos quisimos privilegiar la parte más atrevida de la ciencia”. Y para materializar este privilegio “decidimos hacer un llamado interno que permitiera a dos equipos emergentes que tengan una idea de difícil realización y pueda tener alto impacto en la comunidad nacional e internacional para que la ejecuten durante dos años”, explica sobre la iniciativa cuyas dos selecciones han avanzado lo suficiente como para saber que apostaron a ganar.

Y es que a traspasar las fronteras del conocimiento hasta lo impensado van Valentina Valenzuela y Luis Brediñana, quienes se integraron al COPAS en su etapa Coastal y lideran los dos proyectos HIT. Ella se atreve con “¿Todas las especies costeras experimentan la hipoxia de la misma manera? Un vistazo a los microbiomas y su respuesta a la hipoxia costera en los distintos grupos taxonómicos” (Do all coastal species experience hypoxia in the same way? A look at microbiomes and their response to coastal hypoxia across taxonomic groups); él avanza con “Combinación de modelos oceanográficos y de hábitat para evaluar la abundancia, distribución y riesgo de las ballenas barbadas en Chile: desarrollo de nuevas herramientas para la gestión(Coupling oceanographic and habitat models to assess abundance, distribution and risk for baleen whales in Chile: Developing new tools for management).

Los requisitos básicos del concurso fueron que un investigador o investigadora emergente liderara un equipo interdisciplinario a cargo de desarrollar una investigación basada en una hipótesis tan innovadora como de gran potencial de hacer aportes reales e importantes, con un financiamiento cercano a los $20 millones anuales.

“Recibimos más postulaciones de las que hubiéramos esperado. Los proyectos fueron evaluados por nuestro equipo asesor científico internacional y por la dirección del Centro, y decidimos financiar dos que hasta ahora han tenido resultados muy interesantes, que tienen potencial de generar publicaciones de alto nivel y han significado un antes y después”, sostiene.

Y por eso la certera convicción es que hay que seguir apostando al mantener el concurso en la vigencia del Coastal, afirma. 

Chome vista desde un dron
Visualizaciones de datos de mamíferos marinos en Chile

¿La hipoxia afecta igual a todos?

Valentina es ingeniera en biotecnología, con doctorado en ciencias mención recursos acuáticos renovables y experticia en el uso de herramientas de análisis informático y secuenciación genética, quien se unió a la línea de investigación 2 (Ecosistemas costeros en evolución) del Coastal a la que se adscribe su proyecto HIT.

Cuenta que la idea tuvo su semilla en la primera reunión que como línea tuvieron en 2022, cuando investigadores de muy diversas especialidades reconocieron que les unía el interés de comprender el efecto de la hipoxia en los organismos marinos y si a todos afectaba igual. Porque las bajas de oxígeno ocurren de forma natural en ciertas zonas del océano, pero producto del cambio global el fenómeno se da más intenso o prolongado y en áreas donde antes no ocurría.

Entonces, no existían los HIT ni sabían que existirían, pero cuando el concurso se presentó también lo hizo una oportunidad que aprovechar para llevar a cabo una investigación que permitiera responder la pregunta que inquietaba al grupo.

“Como debía liderar gente joven me propusieron que fuera yo la líder del proyecto, y a mí la idea me tenía súper emocionada así que accedí de inmediato”, afirma.

La búsqueda de respuesta puso su foco en indagar si la microbiota de los organismos en invierno o verano cambiaba en relación con los cambios ambientales y si el cambio se daba de igual forma en distintos organismos, es decir, que existía una microbiota compartida que permitiera afrontar las alteraciones en niveles de oxígeno del agua. Y los modelos de estudio son dos especies endémicas, el Changai y el Piure, pequeño crustáceo y marisco respectivamente, que se encuentran en la zona de la Caleta Chome en Hualpén donde está el epicentro del proyecto.

Ciencia en el mar, ciencia atrevida, conlleva tareas desafiantes desde distintos puntos de vista y sobre todo en los muestreos in situ.

“El primer desafío está asociado a encontrar las condiciones del mar que nos permitan entrar a bucear para conseguir las muestras”, releva. Y esto depende de variables que se podrían pronosticar acorde a diversos modelos, pero que se enmarcan en una naturaleza que a veces es impredecible.

“La primera vez que intentamos un muestreo, pese que el tiempo indicaba que estaba a nuestro favor, lamentablemente al llegar nos dimos cuenta de que no estaban las condiciones adecuadas y tuvimos que abortar el muestreo. En otra ocasión, en un muestreo de invierno, que se hace más difícil por el frío y viento, logramos bucear y tomar las muestras sin problema, pero al momento de salir a la superficie nos dimos cuenta que la corriente había dejado a algunos más lejos de la orilla que otros, además comenzó a soplar viento y se les hizo difícil alcanzar la orilla”, relata como anécdotas complejas en este trabajo.

Un trabajo que, sin embargo, debe hacerse en esta zona costera y considerar muestreos.

En este sentido, la investigadora explica que “por registros sabemos que hay fluctuación de la oxigenación en Chome durante el año: de enero a marzo hay bajas de oxígeno que pueden durar más de 4 a 5 horas, que no sucede en meses más cercanos al invierno”.

Y los organismos elegidos son de importancia sociocultural a nivel local y de particulares características. Si hasta hay una fiesta del Changai en Chome. “El Changai puede moverse, pero vive en comunidad y es capaz de vivir por mucho tiempo en lugares donde hay bajas de oxígeno. El Piure no se puede desplazar, se mantiene siempre asentado en la roca donde crece, entonces debe buscar una forma de adaptarse al medio porque no puede moverse para buscar mejores condiciones”, releva.

Y los primeros e interesantes resultados a las pruebas hechas se abordan en un primer artículo. Sobre ello afirma que “ambos organismos cambian su microbiota en tiempos de altas o bajas de oxígeno, pero no existe una en común”. “También vimos que hay procesos metabólicos que comparten las especies, si bien no son las mismas bacterias”.

Preparando equipo de buceo en Caleta Chome
Revisando muestras obtenidas en Chome

Nuevas herramientas para proteger a las ballenas

La ecología cuantitativa con foco en mamíferos marinos es la dedicación de Luis, cuyo proyecto HIT “surge de la oportunidad que veíamos en la colaboración multidisciplinaria para mejorar los actuales modelos de distribución y abundancia de cetáceos, enfocados en la ballena azul y la ballena fin en dos ecosistemas distintos como son Patagonia y la corriente de Humboldt. Además, se busca mejorar nuestras evaluaciones de riesgo sobre la superposición con actividades como la pesca y el tráfico marítimo”.

Lo que destaca como más interesante de la investigación es que “es potenciador de los esfuerzos que hemos llevado por años como equipo para generar un programa de monitoreo de cetáceos a nivel nacional”. Por eso que, más allá de concretar objetivos científicos, “se ha plantado la semilla de un programa que va a servir como sustrato para analizar muchas preguntas futuras y por primera vez se va a contar con esfuerzos sistemáticos previos que permitan evaluar cambios”.

Algo de suma relevancia. El científico aclara que son comunes las preguntas sobre el impacto que fenómenos de gran escala como El Niño o el cambio climático tiene sobre las ballenas, o si sus poblaciones aumentan o disminuyen. “Si no se tiene una serie de tiempo lo suficientemente larga y que haya recabado los datos adecuados estas preguntas no pueden ni siquiera empezar a responderse”, sostiene.

Un proyecto pionero que ha requerido desarrollar campañas oceanográficas y de marcaje de ballenas que son antónimo a sencillo.

“Trabajar con ballenas es siempre complejo, el control que se tiene sobre el proceso de colecta de datos es muy bajo”, sostiene, “encontrar los animales en años en que hay bajas densidades puede ser difícil, una vez encontrados acercarse y que permitan que se les implante los transmisores no siempre ocurre de forma inmediata y puede ocurrir que, aunque todo haya resultado según lo planeado, un temporal imprevisible imposibilita todo tipo de despliegue”.

Así que no han faltado los imprevistos ni complejidades que han afrontado junto a su equipo.

“En 2024, en las cercanías de Chaitén, encontramos una agregación muy grande de muchas especies de ballenas, muy cerca de un punto de fondeo. Algo que en otros años se ha presentado casi como salir a marcar ballenas al patio de tu casa, por la cercanía de los animales al lugar donde se pernocta, las buenas condiciones de mar y la docilidad de ballenas. Sin embargo, si bien lo primero ocurrió, el viento fue muy inclemente, lo que dificulta o imposibilita el trabajo. Al motor de uno de nuestros zodiac le entró agua producto de un temporal al inicio de la expedición y al mismo tiempo todas las ballenas se mostraron reacias a nuestras embarcaciones, haciendo muy difícil realizar el trabajo”, recuerda.

“En un momento te das cuenta de que estás en un lugar precioso, rodeados de los animales más grandes que jamás han existido en la Tierra, con muchos equipos y preparación para poder recabar datos preciosos, y sólo puedes sentir una profunda frustración”, afirma.

Y es que en esos instantes es imposible olvidar todo lo que costó realizar una expedición planificada en un tiempo acotado al que se le acaban los días sin cumplir las expectativas. “

“Por suerte, como ocurre muchas veces, pequeñas ventanas de oportunidad bien aprovechadas por un gran equipo de trabajo salvan toda la expedición”, asegura Luis. Y así sucedió con la suya. “Se logró implantar tres transmisores satelitales en ballenas azules que están proveyendo de información sobre sus movimientos y patrones de buceo tanto en Patagonia norte como durante sus rutas migratorias; logramos desplegar 5 transmisores de corta duración y alta resolución para entender en gran detalle cómo bucean y sus repertorios acústicos, e hicimos mediciones oceanográficas de la columna de agua en simultáneo con el seguimiento de las ballenas. Así que, gracias a la perseverancia, podemos decir: ¡Misión cumplida!”.

Y en resultados preliminares de la desafiante aventura que ha sido su proyecto HIT destaca que “como era esperado, las ballenas fin en la corriente de Humboldt presentan diferencias en su distribución cada año. La intensidad con que ocupan ciertas áreas disminuye en favor de otras e incluso hemos observado cambios en la cantidad total de ballenas dentro del área de estudio. También hemos detectado que las olas de calor marina afectan estos patrones”.

Parte del equipo de trabajo del proyecto de Luis
Ballena Fin en Chañaral de Aceituno

Acortar brechas desde adentro

El alto interés en la convocatoria HIT y mantenerla cristalizan el espíritu de una idea que puede parecer tan arriesgada como lo es la ciencia e investigaciones beneficiadas. Pero, es un riesgo que se debe tomar porque hay que saber ampliar los recursos disponibles, que en Chile son tan limitados como oferta, siendo el país OCDE que menos invierte de su PIB en I+D, pero tan alta la demanda y así posibilidades de no adjudicar.

“Muchas veces tenemos que competir fuera del Centro con el resto de la comunidad por financiamientos públicos o privados. Ésta fue una oportunidad atractiva, porque es un financiamiento pequeño y a la vez suficiente para echar andar una idea y luego concretarla tras el término del HIT con otro tipo de financiamiento”, plantea Camila.

La lógica tras esto es que “como científico/a tienes una idea loca, una hipótesis que es de alto riesgo y necesitas probar, y si lo logras quedas en muy buen pie para postular ante fondos públicos o privados”. Así que lo considera “una plataforma, una forma rápida y segura de consagrarte a la ciencia de excelencia, y por eso creo que el concurso fue tan atractivo”. 

Y es que otra arista de la competitiva realidad de la ciencia es que el camino es más cuesta arriba para quienes empiezan su camino. Lo saben en primera persona Valentina y Luis, por eso valoran aún más la decisión de generar el concurso HIT para acortar brechas y equiparar la cancha desde adentro, porque estar en los inicios de la carrera académica añade un obstáculo en el currículum requerido para adjudicar proyectos, mientras las adjudicaciones son clave para robustecer sus currículums y les permitan ser seleccionados en proyectos de mayor envergadura e impacto.

“Quienes somos más jóvenes no siempre tenemos acceso a tantos recursos. Por eso contar con los HIT es súper bueno, porque así podemos fortalecer nuestras líneas de investigación y aportar con nuevas líneas para el COPAS”, enfatiza Valentina.

“Y el hecho de que sea concursable, en que hubo evaluación, también demuestra que existe un sistema que no está generando preferencia por alguien, sino que importa el tema que se está abordando”, añade.

Revisando un individuo de Piure
Ballena azul sumergida cerca de la embarcación

La apuesta ganadora de redestinar los recursos disponibles

Por ello y por los resultados obtenidos antes de las etapas finales de los proyectos hay satisfacción por la apuesta hecha y cuando se hizo hubo certeza de la necesidad e impacto de concretarla, destinando recursos requeridos que no estaban considerados en el proyecto inicial del Coastal bajo el liderazgo de Camila.

“En términos financieros no fue un ejercicio tan difícil: fue tener una línea de investigación más. El Centro tiene 4 líneas con su grupo de investigadores y un financiamiento propio por año que es del orden de los $25 millones, y tenemos los ejes de MOTOR que funcionan de forma independiente con financiamiento propio. Los HIT son otro grupo que se suma con un financiamiento equivalente”, detalla.

Así que “la convocatoria implicó apretarnos el cinturón en gastos operacionales, pero es una apuesta que valió la pena al 1000%, porque lo que hemos visto es gente joven haciendo ciencia y transformándose en líderes que mañana van a tomar la batuta y el relevo de este proyecto o de otros que prometen resultados científicos muy significativos para toda la comunidad”.

Porque “se nota una diferencia en las líneas de investigaciones respectivas entre estar sin y con los proyectos HIT”. Y por ello sin dudas “habrá una nueva convocatoria para seleccionar un proyecto más para ejecutar en el año 4 y 5 del COPAS… Y pienso que el interés y éxito va a ser igual o mayor que la primera versión”.

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